El concepto de big data pertenece a la lengua inglesa y no forma parte del diccionario que elabora la Real Academia Española (RAE). La noción alude al almacenamiento y la gestión de una cantidad elevada de datos.
Las cuestiones vinculadas al big data son estudiadas y tratadas por las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Este conjunto de ciencias y disciplinas aporta soluciones para recolectar, almacenar, buscar, analizar y exhibir conjuntos muy grandes de datos.
El big data es importante a la hora del desarrollo de modelos y estadísticas. Para establecer comparaciones, hacer pronósticos y brindar informes certeros suele ser necesario trabajar con mucha información: de lo contrario, los resultados no tienen validez ni precisión.
No existe una cantidad precisa de datos que permita hablar de big data. Los límites que se manejan suelen girar en torno a terabytes, petabytes o zettabyes. Trabajar con semejante cantidad de información exige la utilización de recursos tecnológicos de avanzada.
Esto quiere decir que un usuario con una computadora hogareña difícilmente pueda trabajar con big data, ya que estos equipos no están preparados para gestionar y almacenar tanta información.
El big data, de todas formas, se vuelca en base de datos de distintos tipos. Es posible administrar datos estructurados (cuyo formato ya está definido), datos semiestructurados (no están limitados a un campo específico pero cuentan con marcadores para la distinción de elementos) y datos no estructurados (sin formato específico). Los datos, por otra parte, pueden capturarse y visualizarse mediante diversas herramientas informáticas de acuerdo a la necesidad.
La importancia de este concepto es incalculable para muchas empresas, ya que les permite obtener respuestas a miles de preguntas esenciales para su correcto funcionamiento a una velocidad que sería imposible por medio del trabajo humano. Gracias a la versatilidad que ofrecen los diferentes sistemas de manipulación y consulta de datos, es posible obtener resultados “a medida”, fáciles de comprender.
Una de las palabras claves de la vida moderna es “tendencia“: esta inclinación del ser humano a realizar determinadas actividades o a consumir ciertos productos y servicios lleva a algunas compañías a moldear sus propuestas para que se ajusten a sus gustos y necesidades, y para ello es indispensable la acumulación de grandes volúmenes de datos estadísticos.
Las consultas y el análisis de big data sirven para orientar mejor los negocios, acentuando las decisiones acertadas, evitando las potencialmente perjudiciales y apuntando a aquéllas que no han sido tomadas hasta el momento pero que podrían acarrear un crecimiento importante.
En pocas palabras, el uso de big data supone un final feliz para todos: las empresas realizan negocios más prolíficos, aumentan la eficiencia de sus operaciones y el volumen de sus ganancias, a la vez que los clientes reciben los productos y servicios que desean, y todo esto impacta de forma positiva en el mercado.
Cabe mencionar que el almacenamiento de datos no siempre se lleva a cabo en las propias instalaciones de una empresa; existen servicios de big data en la nube con precios muy competitivos, que pueden representar un ahorro significativo de operación y mantenimiento de equipos, además de evitar los trastornos típicos que conlleva la ampliación de memoria.
Para entender todo esto, pensemos en un ejemplo muy sencillo: un individuo desea crear un negocio pero no tiene una idea bien definida, por lo cual se posa en su ventana para observar a sus vecinos con el propósito de encontrar la inspiración; a lo largo del día, oye a muchas personas quejarse de la falta de una tienda de alimentación en la zona y, basado en dichos datos, resuelve abrir una por su cuenta para saciar dicha necesidad. El análisis de big data permite tratar millones de “historias” como ésta de forma simultánea, para abrir las puertas a ideas innovadoras que muchas veces los propios usuarios no eran conscientes de tener.
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